domingo, 29 de octubre de 2017

EL TIEMPO

Amigos!!!:
¿Cómo están?, con la gracia de Dios espero que esta semana haya sido llena de bendiciones y oportunidades para cada uno de ustedes, primordialmente espero que hayan podido ver todas las bendiciones que Dios puso para ustedes.
Por mi parte inicio noviembre con un corazón agradecido a Dios y a la Virgen por acompañarme en cada tramo de este camino que llamo vida y llenar de luz mis días en cada simple minuto de ellos. Octubre siempre será uno de mis meses favoritos pues trae consigo la celebración de un año más de vida de una personita que ocupa un lugar muy importante de mi corazón .

Esto hizo que me preguntara ¿cuántas veces celebramos a quienes amamos?, lo cierto es que llegan los cumpleaños, los aniversarios, las fechas especiales y realmente las celebramos, pero ¿lo hacemos dándonos cuenta del verdadero motivo de nuestra celebración, de nuestra alegría?.

No nos damos cuenta que en realidad lo que deberíamos celebrar es el regalo más grande que Dios nos hace, EL TIEMPO.
Tiempo para celebrar un año más que esta persona este junto a nosotros o que nosotros estamos con ellos. Las prisas de la vida a menudo no nos hacen dar cuenta que el tiempo es el recurso más importante que debemos administrar, pues es finito.

A una gran mayoría el tiempo se le pasa en la búsqueda constante de lo material, otros se pasan la vida tras la conquista de una relación estable y francamente sospecho que una minoría busca la felicidad.

Y son éstos últimos los que por lo general saben que la vida de las personas, que su tiempo junto a ellos es un inmenso regalo, que la verdadera razón de que se celebre un año más de sus vidas es porque nos hacen inmensamente felices.



Hace falta tener un corazón sencillo para comprender que la felicidad no tiene nada que ver con los presentes, con los lujos o con las posesiones. Tener una mirada sencilla para ver a las personas que van a nuestro lado y advertir en su mirada ¿cómo les va en la vida?.

Muchas veces he visto personas que a simple vista parecería que lo tienen todo, pero al reparar en sus miradas se advierte todo lo contrario y es que el alma se asoma en ese brillo (o ausencia de él) que a veces somos capaces de advertir, aunque con tristeza reconozco que cada vez son menos aquellos que lo tienen.

Hay que celebrar la vida, claro esta; pero hay que celebrar el tiempo que llega con ella, hay que celebrar que aún somos lo suficientemente humanos como para reconocer los estados que atraviesa el alma (la angustia la tristeza, la desesperación, la falta de fe) que hacen que ese brillo en la mirada se apague poco a poco.

Saber reconocerlo no es una cualidad que pertenece solo a unos cuantos privilegiados, para ser humano nos basta solo con saber amar; empezando por nuestra vida y la de aquellos que ocupan un rinconcito de nuestro corazón, amar nuestro trabajo, ese al que dedicamos largas horas casi sin darnos cuenta, AMAR, simplemente eso.

El amor es en nuestros días la única fuerza que todavía es capaz de cambiar este  mundo, el amor es la única magia que puede cerrar las heridas más profundas y las enfermedades más graves, el amor es el único motor que aún puede echar a andar al ser "humano" y solo gracias al amor aún podemos distinguir un abrazo sincero de uno que se da por costumbre.

Celebremos la vida de aquellos que tenemos a nuestro lado, pero hagámoslo  con un corazón agradecido por el tiempo que aún podemos compartir con ellos, pues el tiempo, como todo lo valioso de la vida no se puede comprar de ninguna manera....

Me despido compartiendo con ustedes una carta que Albert Einstein habría dejado  para su hija Liserl sobre el amor cuyo contenido encuentro que es maravilloso. Que tengan una feliz semana. Hasta la próxima!!!.

Cuando propuse la teoría de la relatividad, muy pocos me entendieron, y lo que te revelaré ahora para que lo transmitas a la humanidad también chocará con la incomprensión y los perjuicios del mundo.

Te pido aun así, que la custodies todo el tiempo que sea necesario, años, décadas, hasta que la sociedad haya avanzado lo suficiente para acoger lo que te explico a continuación.

Hay una fuerza extremadamente poderosa para la que hasta ahora la ciencia no ha encontrado una explicación formal. Es una fuerza que incluye y gobierna a todas las otras, y que incluso está detrás de cualquier fenómeno que opera en el universo y aún no haya sido identificado por nosotros. Esta fuerza universal es el AMOR.

Cuando los científicos buscaban una teoría unificada del universo olvidaron la más invisible y poderosa de las fuerzas.

El Amor es Luz, dado que ilumina a quien lo da y lo recibe. El Amor es gravedad, porque hace que unas personas se sientan atraídas por otras. El Amor es potencia, porque multiplica lo mejor que tenemos, y permite que la humanidad no se extinga en su ciego egoísmo. El amor revela y desvela. Por amor se vive y se muere. El Amor es Dios, y Dios es Amor. Esta fuerza lo explica todo y da sentido en mayúsculas a la vida. Ésta es la variable que hemos obviado durante demasiado tiempo, tal vez porque el amor nos da miedo, ya que es la única energía del universo que el ser humano no ha aprendido a manejar a su antojo.

Para dar visibilidad al amor, he hecho una simple sustitución en mi ecuación más célebre. Si en lugar de E=mc² aceptamos que la energía para sanar el mundo puede obtenerse a través del amor multiplicado por la velocidad de la luz al cuadrado, llegaremos a la conclusión de que el amor es la fuerza más poderosa que existe, porque no tiene límites.

Tras el fracaso de la humanidad en el uso y control de las otras fuerzas del universo, que se han vuelto contra nosotros, es urgente que nos alimentemos de otra clase de energía. Si queremos que nuestra especie sobreviva, si nos proponemos encontrar un sentido a la vida, si queremos salvar el mundo y cada ser sintiente que en él habita, el amor es la única y la última respuesta.

Quizás aún no estemos preparados para fabricar una bomba de amor, un artefacto lo bastante potente para destruir todo el odio, el egoísmo y la avaricia que asolan el planeta. Sin embargo, cada individuo lleva en su interior un pequeño pero poderoso generador de amor cuya energía espera ser liberada.

Cuando aprendamos a dar y recibir esta energía universal, querida Lieserl, comprobaremos que el amor todo lo vence, todo lo trasciende y todo lo puede, porque el amor es la quinta esencia de la vida.

Lamento profundamente no haberte sabido expresar lo que alberga mi corazón, que ha latido silenciosamente por ti toda mi vida. Tal vez sea demasiado tarde para pedir perdón, pero como el tiempo es relativo, necesito decirte que te quiero y que gracias a ti he llegado a la última respuesta!.

Tu padre

Albert Einstein




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